SISTEMA DE EVALUACIÓN Y MEJORA DE LA SALUD EN ESPACIOS INTERIORES.
- amexcai
- 21 oct 2024
- 6 Min. de lectura
La calidad de los espacios que habitamos y su aire interior son, sin duda, factores clave para nuestra salud. Múltiples campañas, como la denominada BREATH LIFE de la OMS, señalan que una de las problemáticas más acentuadas de la sociedad actual urbana es la calidad del aire que se respira.
Pasamos entre el 80 al 90% de nuestro tiempo en el interior de espacios cerrados, de acuerdo con la OMS, donde la calidad del aire es, según la EPA (Environmental Protection Agency de los EEUU), del orden de 2 a 5 veces peor que en el exterior. Esto principalmente se debe a que a los contaminantes exteriores se le añaden los interiores, produciendo una notable disminución de una calidad del aire que ya es deficitaria en el exterior. Sus efectos sobre la salud van desde una simple sensación de somnolencia, hasta cefaleas, irritaciones nasales y/o oculares, pudiendo derivar en procesos alérgicos e hipersensibilidades. También puede reforzar su efecto sinérgico con otras enfermedades ambientales y que afectan a la productividad de las personas es su entorno de trabajo, a su
capacidad de desempeño y creatividad y, por lo tanto, también a su confort y bienestar.

El confort térmico, en general, juega un papel importante en la forma en que experimentamos los espacios donde vivimos, aprendemos y trabajamos, y también tiene implicaciones directas en la productividad y la salud de sus usuarios. Un estudio (de Dear et al., 2013) encontró que el aumento de la temperatura de la oficina en solo 1 ° C disminuyó la productividad en un 15%, mientras que otros (Fisk & William, 2002) sugieren que pequeñas diferencias de temperatura de pocos °C que pueden influir en la velocidad y precisión de los trabajadores hasta en un 20%.
Los certificados de eficiencia energética exigen un aumento en la renovación de aire - la respiración del edificio - queda exclusivamente en manos de la ventilación y su regulación. El uso de materiales de construcción que limiten las emisiones de contaminantes al aire interior debería ser el punto de partida; y la renovación de aire, siempre necesaria, adecuada a las condiciones de uso. No obstante, tanto la manera de ventilar, como la regulación y medición de los sistemas actuales de ventilación, no es la adecuada. Estos son los motivos principales por los que ocurre este fenómeno:
• La tendencia constructiva hacia la alta eficiencia energética conlleva una mayor hermetismo en los edificios para minimizar las pérdidas energéticas y optimizar la regulación del sistema de climatización/ventilación, cobrando por lo tanto una mayor importancia tanto las bajas emisiones al aire interior de acabados y mobiliario, como la adecuada regulación del sistema de ventilación.
• El confort termohigrométrico (Tª y HR) e incluso la concentración de CO2, no son suficientes para definir la biohabitabilidad de un espacio. Es necesario tener en cuenta otros posibles contaminantes que condicionan la calidad del aire interior (IAQ).
• La renovación de aire en espacios de trabajo y centros educativos, donde estudiantes, profesorado y trabajadores desempeñan labores que requieren concentración, se basa
generalmente en renovaciones puntuales, incumpliendo los requisitos de renovación de aire de RITE.
• La calidad del aire interior, vinculada generalmente al trabajo de los servicios de prevención, se mide conforme a la normativa de prevención de riesgos laborales, sin embargo, se trata de mediciones puntuales en el tiempo que no permiten plantear medidas de mejora adaptadas a los patrones de uso del edificio. Esto redunda en una mala Calidad de Aire Interior y un control ineficiente de los sistemas de ventilación. Es por lo tanto necesario el seguimiento continuo de la evolución de la calidad del aire interior, que permite analizar patrones de comportamiento y así conocer la pauta de uso, el perfil de ocupación, el grado y fuente de contaminación, así como el potencial de mejora de un espacio en materia de calidad del aire interior. La evaluación del comportamiento del edificio es muy variable en función del uso (hábitos de climatización y ventilación, productos de higiene y limpieza, materiales de construcción, acabado y equipamiento.

PARÁMETROS
A partir de la última actualización, la concentración de CO2 se toma en cuenta como indicador de un aire interior adecuado – como tal, el CO2 no es un contaminante, sin embargo, en altas concentraciones es tóxico por desplazamiento de oxígeno, además de que altos niveles, (>800 ppm) condicionan el confort, la capacidad de concentración, bienestar y productividad en espacios interiores. Su monitorización es clave como indicador de que el sistema de renovación de aire funciona adecuadamente.
Los parámetros ambientales que determinan la calidad de un ambiente interior saludable se clasifican según su naturaleza en físicos (como la temperatura, las radiaciones, el ruido…),
químicos (como sustancias y/o compuestos orgánicos e inorgánicos) o biológicos, con diversas consecuencias sobre las personas, el medio natural y los edificios. La calidad del aire interior viene principalmente definida por sus parámetros químicos (contaminantes químicos, CO2, temperatura interior, humedad relativa, partículas en suspensión, radón, etc.) y/o biológicos (hongos, esporas, ácaros). El formaldehído es el siguiente parámetro que se incorpora a la clásica medición de calidad de aire de temperatura y humedad. Es el aldehído más importante, y quizá la sustancia tóxica (clasificada como cancerígena, mutágena, neurotóxica, sensibilizante y alérgena) más común en los espacios interiores.
En condiciones normales de temperatura y presión el formaldehído se presenta como un gas, con un olor punzante, intenso y penetrante. Es hidrosoluble y muy volátil. Es una
sustancia de amplia presencia en la industria debido a su utilización como adhesivo, biocida, conservante, desengrasante, desinfectante, disolvente, fungicida, limpiador, protector de madera, entre otros usos. Muy presente en interiores de edificios, debido a materiales de construcción – tableros de virutas aglomeradas y otros materiales derivados de la madera, equipamiento, tratamientos o productos de higiene y cosmética, o gases de escape y humo de tabaco – como consecuencia de una combustión lenta.
Otro grupo de contaminantes serían los compuestos orgánicos volátiles (COVs). Los COVs son liberados frecuentemente por disolventes, pinturas y otros productos de uso común. Existen más de 120.000 sustancias químicas y más de 12 millones de compuestos publicados. De los cuales, únicamente una pequeña parte está estudiada desde una
perspectiva médica y tan sólo existen valores límite para unas 500, solamente en el ámbito laboral/profesional. En el ámbito residencial no se cuenta con regulación específica en el ámbito de la contaminación por compuestos orgánicos volátiles – más allá de recomendaciones. Y en el sector terciario, los valores límite no están pensados desde la perspectiva de la prevención, sino de la seguridad laboral (altas concentraciones).
Adicionalmente, la medición de parámetros como las partículas en suspensión (PM1, PM2,5 y PM10), el ozono, el monóxido de carbono y el radón, complementarán la gama de
sensores a incorporar en el monitoreo de la Calidad Ambiental Interior.
TECNOLOGÍA
Al realizar las lecturas sobre la calidad del aire de forma periódica, con el intervalo configurado por el usuario en función del tipo de espacio, el sistema de ventilación y el objetivo de la monitorización y que puede ser desde 1 minuto de rango de
datos. Un botón táctil permite hacer una lectura instantánea, activando una luz que se enciende a modo de semáforo para informar del estado general de la calidad del aire.
Los datos son transferidos una Plataforma de Datos en la nube que permite visualizar los datos registrados mediante opciones configurables (el formato se adapta a cualquier tipo de pantalla, Tablet o Smartphone), de modo que, en función de los valores obtenidos, se establece un prediagnóstico y se ofrecen una serie de consejos para mejorar la calidad del aire. Mediante esta metodología de mejora continua, se permite hacer un seguimiento de la calidad del aire ininterrumpido, validando o rechazando las acciones que nos llevan a disfrutar de una óptima calidad del aire.
La evolución de los estudios permite incluir nuevos sensores y parámetros para medir la biohabitabilidad, así como proporcionar un nivel de conectividad con los dispositivos del
entorno que le permita actuar sobre la regulación de la ventilación y climatización.
De esta forma, el desarrollo de una solución de monitorización de la calidad del aire, con una integralidad y comunicación universal en el campo de la medición del aire en
edificios, supone una novedad a nivel internacional. Actualmente se pueden encontrar en el mercado distintos dispositivos enfocados a medir la calidad del aire interior, sin
embargo, estos no son capaces de comunicarse con todos los protocolos de comunicación disponibles en los edificios, mientras que la mayoría de ellos tampoco permiten su
integración con otros equipos o sistemas del mercado.
En Amexcai contamos con programas de especialización impartidos por profesionales experimentados para ayudarte a entender y mejorar la calidad del aire en interiores, a través de programas de SENSIBILIZACIÓN y CAPACITACIÓN diseñados para empresas, organizaciones, ingenieros de mantenimiento, jefes de mantenimiento, jefes de planta, técnicos y operadores de equipos de refrigeración y aire acondicionado, profesionales de la construcción y contratistas que trabajan con aire acondicionado-selección de sistemas de Chillers con base a recomendaciones.
CONTACTO:
T: +52 (55) 8662-7716
Sistema de evaluación y mejora de la salud en espacios interiores.
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